Los números del Metro no cuadran. Si el Metro fuese una empresa y no contara con el apoyo estatal, la quiebra sería inevitable, dado el precio ínfimo e invariable de la tarifa desde su creación hace 17 años.
Desde el año 2009, cuando Santo Domingo logró lo que otras grandes ciudades del continente aún no habían conseguido, construir e inaugurar una línea de Metro, se fijó una tarifa que, en ese entonces, competía con el sector del transporte masivo: RD$20. Más de una década después, el precio continúa invariable.
Tres presidentes, crisis financieras, pandemia, inflación y un constante aumento de costos no han logrado modificar la tarifa del medio de transporte público más utilizado por los dominicanos, con más de 300 mil usuarios diarios,el cual, además, opera con déficit.
“El Gobierno nos subsidia de forma presupuestaria con cerca de 2 mil millones de pesos cada año y esto se debe a que operamos con un déficit de alrededor de 2 mil 600 millones de pesos anuales; por lo que el Gobierno, presupuestariamente, dedica ese dinero”, reveló Rafael Antonio Santos Pérez, director de la Oficina para el Reordenamiento del Transporte (Opret), durante una entrevista el pasado mes de marzo, en el Almuerzo Semanal del Grupo de Comunicaciones Corripio.
Santos Pérez es consciente de lo que ha significado mantener la tarifa y reveló lo que cuesta: “el costo real por usuario es de RD$57”, casi el triple de la tarifa vigente. Pero detrás de esos RD$20 fijos hay razones políticas y sociales que pesan tanto como la estabilidad financiera del Metro.
Un ejemplo de cómo podría repercutir esto ocurrió el 18 de octubre de 2019, cuando Santiago de Chile aumentó la tarifa de su metro en 30 pesos (equivalente a 5 centavos de dólar), lo que desató un descontento social masivo y un estallido ciudadano que exigió cambios en todo el país y derivó en dos procesos de reforma constitucional fallidos.